IIntermundo Blog 07/06/2012. Félix Girola recorre las calles de La Habana pedaleando a la altura de un segundo piso. Prepara ahora un nuevo rodado que lo eleve hasta los ocho metros
Las calles estrechas del centro de La Habana intimidan a muchos ciclistas con sus baches, motos, peatones imprudentes y gigantescos automóviles estadounidenses de los años 50 que obstruyen el tránsito. No a Félix Guirola, quien las recorre todos los días en una bicicleta de cuatro metros, construida por él mismo.
Montado en su bici, este intrépido cubano mira desde arriba incluso a camiones y autobuses y no usa casco ni nada que lo ayude a atenuar los golpes si se cae. Los transeúntes y vecinos no salen de su asombro cuando lo ven pasar, pero Guirola aseguró con una sonrisa que para él es algo normal.
"Me siento bien en la altura, no me da náusea, ni mareo, nada de eso", explicó el hombre de 48 años. "Allí arriba diviso mejor el paisaje, me siento relajado. Hay mucho aire, lo respiro y me siento más libre. Sencillamente me gusta".
Desde que vendió su casa en Ciego de Avila, ciudad a unos 550 kilómetros al este de La Habana, y se vino a la capital en noviembre pasado, el curioso espectáculo de verlo pedaleando por las calles habaneras al nivel del segundo piso de los apartamentos se convirtió en un hecho cotidiano.
"Me parece una locura", comentó Rafael Trejo, de 55 años y chofer de un auto de los 50. "Creo que es algo difícil mantener el equilibrio allí arriba. Y cuando hay un semáforo me imagino que tiene que ser ninja para bajarse de ahí".
Guirola, un hombre atlético de estatura mediana que en su juventud practicó judo y boxeo, pide que alguien le aguante la bicicleta para montarse. Asegura que bajarse cuando llega a un semáforo con luz roja o a un pare es sencillo. Para demostrarlo, se subió a la bicicleta y desde el asiento se tiró hacia abajo como un felino. Entonces comentó sonriente: "Es fácil, freno y me dejo caer hacia un lado, sujetando la bicicleta. Para mí es algo normal, nunca pasé un susto ni me caí y respeto todas las leyes de tránsito".
La idea récord
Este soldador de profesión dice que la idea de construir una bicicleta alta comenzó a germinar un día que vio una bicicleta tándem. Era el año 1983, tenía 19 años y pensó, "voy a inventar una bicicleta gigante, muy alta". Entonces fabricó una de 1.60 metros, cuatro años después hizo la de 3.45 metros y en 1988 la de 5.5 metros, con la que causó sensación en los carnavales de Ciego de Avila.
Eso lo puso a tiro del récord de libro de Guinness. Un representante del premio explicó a la agencia AP en un correo electrónico que en la actualidad el canadiense Terry Goertzen ostenta la mejor marca del planeta tras recorrer más de 300 metros en una bicicltea de 5.5 metros de altura en el año 2004.
Guirola dice que está preparando la bicicleta de 5.50 metros para montarla en las calles de la capital cubana. "La estoy pintando, arreglando. Quiero postular por el premio Guinness", expresó el ciclista.
También habla de construir una bicicleta de 8 metros en el futuro. Pero en lo inmediato dijo que regresaba esta semana a Ciego de Avila para resolver algunos asuntos de su residencia y que no planea subirse a una bicicleta más alta a corto plazo.
Sobrevivir en la isla
Las propinas ocasionales que recibe no le alcanzan para vivir. "Es una ayudita, pero no es gran cosa y no es nada fijo porque a veces me quedo muchos días si hacerlo", expresó. Explicó que vive del dinero que ahorró cuando vendió su casa en Ciego de Avila. Tiene además una licencia como "productor-vendedor de artículos del hogar", que según dijo "no da mucho dinero".
Su sueño, indicó, es ganarse la vida con la bicicleta, mediante propinas y presentaciones, y cumplir, una promesa que le hizo a su hermana Eneida Luisa, quien quedó discapacitada, con problemas de balance, cuando la operaron de un tumor en el cerebro siendo una veinteañera y falleció a los 33 años. Le costó contener las lágrimas al recordar a su hermana.
"Yo la veía con su dificultad para caminar y siempre le decía que con mi bicicleta gigante un día iba a ganar dinero para comprarle todo lo que le hacía falta para su discapacidad", contó Guirola. Y agregó:"Eneida ya no está para verme pero yo quiero cumplir mi promesa y si un día gano un premio, daré parte del dinero para ayudar a los niños discapacitados de Cuba como mi hermana".
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